¡Buenas
a todos!
Ya
vuelve a ser viernes y a mí esta semana se me ha hecho muy corta. Supongo que
porque el lunes hubo un festivo local y nos marchamos de viaje… y entre una
cosa y otra me he plantado en jueves sin darme cuenta. Pero lo peor es que
apenas he leído durante estos días. O al menos, no tanto como esta ultima
racha.
La
semana pasada había empezado España:
guerra zombie, y quedó empezada cuando el lunes me puse con El amo del
fuego para la lectura simultanea. Y en esas he quedado, porque ahora mismo (de
noche) me queda apenas un tercio y es posible que cuando leáis esta entrada ya
lo haya terminado. Bueno, casi seguro, teniendo en cuenta las nochecitas que me
están dando los vecinos de arriba. Así que en lugar de jugar con el móvil voy a
aprovechar para terminar las novelas que tengo a medias, empezando por esta. Os
dejo las primeras líneas como siempre:
Hace un par de días deliraba entre sábanas blancas y hoy, convaleciente el alma y con la esperanza de que perdure esta recobrada lucidez, nacen las primeras palabras de este relato. Sé que aún no estoy en condiciones, me tiembla el pulso y la cabeza no cesa de dar vueltas, pero veo preciso actuar con premura, antes de que se esfume lo intangible y la caprichosa memoria confine a perpetuidad los recuerdos en sus insondables recovecos.
Hace
ya tres años Enrique Osuna me sorprendió mucho con su primera novela, El
eterno olvido, y estaba deseando leer esta. El cambio de registro es total,
aunque la estoy disfrutando mucho y por lo que he intuido al final hay
sorpresa, así que no veo el momento de terminarla.
Luego
volveré a España guerra zombie y si este fin de semana me da tiempo, también
empezaré Autoridad, la continuación de Aniquilación,
que promete ser igual de rara que la primera parte. Un buen plan para un
descanso que sea tranquilo y me permita dedicarme a lo que realmente me
apetece.
Pero
antes contadme vosotros ¿Qué vais a leer este fin de semana?