Para empezar cuéntanos un
poco sobre ti…
Nací
en Madrid en 1961. Soy aparejador de profesión. Me quedé viudo a finales del
2008, y tengo un hijo de 18 años que ya empieza a pasar de mí, como debe ser a
su edad. Vivo en Madrid y ahora trabajo en Madrid, pero he trabajado
prácticamente por toda España. Vivir fuera en soledad ayudó a cimentar mi
afición a escribir y sobre todo, a leer.
¿Qué es lo que te llevó a
escribir y querer publicar?
A
escribir, el hecho de leer. Más tarde o más temprano te surge la necesidad de
imitar algo que hayas leído y que te haya entusiasmado. En mi caso fueron los
“Cuentos de la taberna del ciervo blanco”, de Arthur C. Clarke. Creo que andaba
por los diecisiete o dieciocho cuando escribí dos relatos horrendos con una
Olivetti. El deseo de publicar surge mucho más tarde, cuando creí que lo que
escribía era medianamente decente, idea que surgió cuando estaba a punto de
tirar la toalla y gané un concurso de relatos, en 1994.
¿Cómo fue tu trayectoria con
la autopublicación-edición, hasta acabar en el grupo Planeta?
Lo
primero que autopubliqué fue un libro con un par de novelas cortas y dos
relatos en Lulu. Creo que me gasté más de lo que gané comprando libros para la
familia y los amigos. Tampoco supuso un dispendio, se publicaba a la carta y
compré cinco o seis libros. Vendí tres o cuatro, y hasta ahora. Lo intenté con
Bubok, en esta ocasión con un libro de relatos, y ocurrió lo mismo, apenas
vendí nada. Era complicadísimo el proceso de venta, no aceptaban todas las
tarjetas, no había redes sociales para publicitarse…En fin, un desastre. Hasta
que descubrí Amazon. Resultaba sencillísimo publicar, y desde el primer momento
comencé a vender mucho más que en Lulu o Bubok. Publiqué “El hombre de
Grafeneck” más o menos en marzo del año pasado, y “Spanish Psycho” poco
después. Tuve que sacar la primera cuando Tagus se interesó por ella, y en su
lugar he incorporado recientemente “Vamos a contar verdades”, una obra de
teatro.
Además de El hombre de
Grafeneck, tienes otras obras publicadas en Amazon. Cuéntanos un poco de ellas
“Spanish
Psycho” es una especie de Road movie a la española. Luciano Castejón le corta
la cabeza a un compañero con una guillotina de cortar papel y recorre la
geografía española para escapar de la justicia. La escribí hace bastantes años,
como una especie de sátira a American Psycho”.
“Vamos
a contar verdades” es una obra que me encargó una compañera que tenía un grupo
de teatro de once mujeres. Ellas hablan de sus cosas en una peluquería. Es
cómica, pero con una gran carga de enjundia. Lo mejor que me han dicho de ella
es que da mucho que pensar.
¿De cuál de tus tres
trabajos estas más orgulloso?
De
“El hombre de Grafeneck”, sin duda. Es la última, y por lo tanto en la que más
se nota la evolución como escritor. La escribí tras un viaje increíble a
Berlín, y después de leer algunos libros muy interesantes con el tema. Disfruté
al escribirla y estoy disfrutando con el resultado.
Centrándonos en ella
precisamente… ¿De dónde surgió la idea?
De
aquel viaje a Berlín deduje que tenía que tenía que escribir algo sobre el
nazismo, un tema que siempre me ha apasionado. Estaba leyendo un libro de
William Shirer, “Diario de Berlín”, en el que habla, muy de pasada, de las
esquelas que enviaban a la prensa los familiares alemanes de los asesinados en
Grafeneck y en otras clínicas similares, en las que dejaban alguna pista difusa
de que algo raro estaba ocurriendo. Fue leer aquello y ponerme a escribir casi
de inmediato.
¿Por qué un episodio tan
poco conocido como la operación de eugenesia?
Precisamente
por eso, porque se ha escrito tanto del Holocausto, que el tema me atrapó desde
el principio. Otra cosa es que me preguntes por qué razón es tan poco conocido.
Supongo que porque el tema de Holocausto eclipsó todo lo demás. Curiosamente,
después de escribir la película, vi la película “Amén”, de Costa Gavras, que
comienza mostrando lugares como Hadamar o Hartheim, similares a Grafeneck. Le
dedica una mínima parte del metraje al Programa Aktion T4, pero sin nombrarlo,
o al menos no recuerdo que lo hiciera. Supongo también que para los que
escribieron la historia, tampoco importaban demasiado unos cuantos alemanes
deficientes asesinados. Frente a la magnitud del Holocausto, Aktion T4 no
suponía nada.
Supongo que todo el mundo
opina que la ambientación y documentación está muy lograda ¿Hasta qué punto ha
resultado laborioso el proceso?
Necesitaba
un personaje del que no se supiera nada tras la finalización de la II Guerra
Mundial, y Lorenz era el hombre. A partir de la estructura, fui desarrollando
cada episodio sacando información de libros y de Internet. La documentación
sobre el tema es muy abundante, y no se necesita una habilidad especial para
encontrarla. Para cada capítulo extraía información de tres o cuatro páginas,
la mezclaba, la adaptaba a las circunstancias y me ponía a escribir. He
guardado infinidad de documentos muy interesantes sobre el tema.
El campo de Sachsenhausen se
encuentra relativamente cerca de Berlín, ¿Lo has visitado, o algún otro, antes
o después de escribir la novela?
Intenté
hacerlo, pero no pude entrar. Fue tal la sensación de malestar que sentí en la
puerta, que me resultó imposible franquearla. No, no he visitado ningún campo
de concentración, y no estoy seguro de que fuera capaz de hacerlo.
Hay un punto en la historia
en la que se mencionan foros extremistas que mantienen vivas las ideas del
nazismo. Se sabe que esto existe realmente, pero ¿has llegado a entrar en
alguno para documentarte?
Sí,
en varios. He entrado, pero no he participado. A veces leía cosas que me ponían
los pelos de punta. Me parece increíble que a día de hoy existan todavía grupos
muy numerosos de personas que niegan el Holocausto o versionan canciones nazis con
instrumentos actuales. Es la naturaleza humana, y con eso hay que vivir, pero
en ocasiones me entraban ganas de apagar el ordenador.
En cuanto a los personajes
de la novela ¿Cómo descubriste a Lorenz y que te llamo la atención para
dedicarle una historia completa?
Lo
primero que hice fue situar la acción en Grafeneck, que era el castillo que
nombraba William Shirer en su libro. Hay páginas en las que aparece el cargo y
el trabajo que realizaba el personal de Grafeneck, con fotografías, sueldos…Un
sinfín de datos. De Lorenz Hackenholt no se sabía nada después del final de la
Guerra, así que era mi hombre. Sobre él existe un informe, el informe
Treguenza, que me sirvió para elaborar la estructura de la novela.
Dicen que todos los
escritores introducen un alter ego en sus novelas ¿hay algo de ti en alguno de
los personajes?
Jajajajaja…Supongo
que todos tienen algo de mí, incluso Sandra, pero en el que más se nota es en
Bernardo, el escritor. Tengo muchos puntos en común con él.
¿Y de amigos o conocidos?
También,
también hay mucho de bastantes amigos y conocidos, pero eso no puedo desvelarlo
porque más de uno dejaría de hablarme inmediatamente, jajaja… Pienso que para
dar credibilidad a un personaje, es importante visualizarlo como una persona
real. Y más que en personas concretas, creo que en lo que más se basa un personaje
es en situaciones concretas reales que pueden proceder de diferentes
personas.
Hay mucha lección historia y
mucho hecho real en la novela, y seguramente hay gente a la que le gustaría
saber ¿Hasta dónde lleva la realidad y comienza la ficción?
La
parte histórica es real en lo que se refiere a lugares y sucesos, pero por
supuesto todas las situaciones de los personajes son ficticias. El discurso de
Possen, por ejemplo, fue pronunciado por Himmler tal cual aparece, pero
desconozco si Lorenz estuvo allí o no. El esqueleto es real, el resto,
ficticio. Y en la parte moderna, todo es una pura ficción, salvo el asunto de
los foros.
¿Crees que hay algún autor u
obra que te hayan influido a la hora de escribir?
Uffff…
Muchos. Borges, Eco (“El nombre de la rosa”), Vargas Llosa (“La fiesta del
chivo”)…
Una respuesta para los
lectores compulsivos ¿Podrías darnos tres novelas que consideres
imprescindibles leer?
“El
nombre de la rosa”, de Umberto Eco, “La fiesta del chivo”, de Vargas Llosa, y
“La peste”, de Albert Camus.
Y un libro que no hayas sido
capaz de terminar…
El
más reciente, “Un mundo sin fin”, de Ken Follet. Cuando ya llevaba veinte
páginas con todo el pueblo metido en el río porque se había caído el puente,
tuve que dejarlo, no podía más. Lo estaba leyendo en la playa, y cuando se lo
devolví a su dueña al segundo día, estuvo a punto de provocar mi crucifixión
pública, jajajaja. Y que conste que asumo que es culpa mía, pero no pude con
él.
Pasando a un tema de
actualidad ¿Qué opinas del marketing de las redes sociales aplicado a la
literatura?
Me
parece perfecto para quién sepa explotarlo y disfrute haciéndolo. Yo soy un
negado para hacer publicidad de mis libros, me limito a grupos en los que ya
están a punto de echarme por brasas, jajaja… Creo que puede llegar a ser muy
interesante si se sabe dosificar y difundir adecuadamente, sobre todo para los
que nos autopublicamos.
¿Le dedicas mucho tiempo a
la promoción de tus obras?
Menos
del que debería, pero es que es algo que me aburre mucho. Mi buena amiga y
también escritora Blanca Miosi, me jalea mucho para que lo haga, pero no
consigue hacer carrera de mí. Ella es una experta en ese tema, además de una
magnífica escritora.
¿Es difícil hacerse ver
entre tanto Facebook/Twitter/blog?
Creo
que llegas a un límite del que no puedes avanzar, al menos perceptiblemente.
Una vez que todos tus amigos de FB y seguidores de TW han visto tu producto, ya
no hay nadie más. ¿Cuántos amigos ven tu libro? ¿trescientos? Pon que entre FB,
TW y blog, llegues a mil lectores, una cifra más que razonable, pero ínfima si
la comparamos con campañas publicitarias a nivel profesional.
El hombre de Grafeneck está
recibiendo muy buenas críticas ¿Cómo llevas la aceptación de tu obra?
No
termino de acostumbrarme a ella. No esperaba que tuviera tanta aceptación,
aunque a Blanca Miosi le gustó al leerla y eso era ya una garantía de que la
novela no está tan mal. De cada reseña entresaco un aspecto que ni yo mismo era
consciente de que estuviera en el libro. Montse, que fue de las primeras en
reseñarme en su blog “Con el alma prendida”, me echa broncas cada vez que digo
que me extraña que mi novela tenga tanta aceptación, jajaja. Ella dijo en su
blog que era muy buena, y le molesta que dude de su criterio.
Terminando ya, para los que
nos hemos quedado con ganas de más ¿estás trabajando en algún otro proyecto?
Estoy
estructurando otra novela que no tiene nada que ves con esta, basada en una
historia real de acoso sexual en el trabajo, ejercido por una mujer hacia un hombre.
Al mismo tiempo le doy forma a una aventura de investigación de Sandra Y
Bernardo relacionada con la Italia del Renacimiento, en la que también tendrá
un papel importante el policía Manzaneque. Pero esta está todavía muy en el
limbo.