Los caminantes. Destino: Carranque, de Carlos Sisí

Los caminantes. Destino: Carranque

Carlos Sisí

ISBN: 9788448008727

Formato: Tapa blanda– 160 Págs

Editorial: TimunMas

Acabas de recuperar la consciencia. Has tenido un grave accidente de coche y yaces junto a tu novia. Ella iba al volante. Poco a poco recuerdas qué pasó: un hombre extraño que deambulaba por la carretera os hizo perder el control y caísteis por un terraplén. Acercas la mano al cuello de tu chica y compruebas que no hay pulso. Intentas salir para buscar ayuda, pero la puerta está atascada... Así empieza esta aventura que llevará al lector al mundo de «Los caminantes» de Carlos Sisí y sus zombies. Él será el protagonista, tomará las decisiones y dirá hacia dónde correr. Tanto para los seguidor de los libro juego o los fanáticos de «Los caminantes», Libro juego Los caminantes. Destino: Carranque les dará otra experiencia de lectura.

El año pasado leí la trilogía de Los caminantes, de Carlos Sisí y quedé absolutamente encantada con la historia, sus personajes y todo lo que le rodeaba. Luego leí Edén interrumpido, y este año me quedan pendientes sus otras dos novelas que no tardarán en caer. Por eso, este año cuando me paseaba por la Semana Negra, se me fue la vista hacia este libro. Solo lo tenían en uno de los puestos, y solo quedaba este ejemplar. Además, ha tenido el honor de ser el único libro que me he comprado allí… que ya es un logro.

Pero esperad que os cuento: seguro que todos recordareis aquellos libros que estuvieron muy de moda cuando éramos pequeños (o al menos yo lo era) que llevaban el sobrenombre de “Vive tu propia aventura”. Aquellos donde llegado un punto te planteaban una situación y tú debías decidir que querías hacer con el personaje. Yo tuve varios de Dragones y mazmorras, aunque creo que los había de muchos géneros.

Pues esto es precisamente lo que nos encontramos en el este pequeño ejemplar, casi de coleccionista. Porque siendo realistas, tienen que darse dos cosas importantes para hacerse con este libro: que los recuerdes de tu infancia y que te haya gustado la trilogía de Los Caminantes.

Por supuesto, también sirve que seas adicto a los zombies. Todos los fanáticos del género (y los no tanto) hemos discutido alguna vez que haríamos en caso de un apocalipsis de ese tipo. Por supuesto, casi todos tenemos una idea más o menos uniforme de que viéndolo venir, lo mejor es cargar el coche y aislarte en un pueblito de montaña. Claro que en nuestra mente todo es más fácil, pero hay mil parámetros que no están controlados: los demás.

Así que libro en mano me propuse comprobar cuán lejos podía llegar… y me convertí en zombie. No fue por idiota, sino por una bala perdida si es que eso puede consolarme. Lo curioso es que la historia seguía incluso siendo un caminante, entonces intente comportarme como un no-muerto descerebrado. Y creo que me volvieron a “matar” un par de veces. Increíble.

La verdad es que nos lo han puesto difícil. Seguro que vosotros también lo hacíais con este tipo de libros: volver a intentar la historia cambiando decisiones a ver si terminabais mejor (o igual es solo cosa mía). Yo he repetido la historia, y he muerto antes todavía. Luego he conseguido atrincherarme en una gasolinera… hasta que me han matado una panda de pirados. De hecho, tras 4 o 5 intentos no he conseguido aun llegar a Carranque, mi destino final.

Pero por supuesto disfrutamos por el camino, aunque nunca pensé que fuera tan divertido ser un zombie. En nuestra peripecia por la zona infectada de Málaga, nos encontramos con varios de los personajes de la trilogía: en una de las ocasiones, terminé siendo uno de los caminantes que suben las escaleras incitados por el padre Isidro. En otra (u otras dos) me mató uno de los grupos de supervivientes.

Aunque no interactuemos en la medida que nos hubiera gustado (o al menos yo no lo he conseguido, pero quizá vosotros tengáis existo) con los protagonistas de las novelas, si que pasaremos un buen rato intentando sobrevivir en un apocalipsis zombie, y de paso, recordando nuestra infancia. Pero ¡cuidado! quizá lo más peligroso no sean los mordiscos…